Leo hace poco Blanco nocturno de Ricardo Piglia. La ordinaria trama policiaca que sirve de fondo a la novela poco a poco va dando lugar (como es habitual en Piglia) a una reflexión sobre la lectura. Es entonces cuando empieza a ser realmente interesante (y, sin embargo, toda la novela bien podría leerse como una prolija nota a pie de página a la obra de Borges, pero quien en una medida u otra no sea parte de ese vasto aparato de notas que de un paso al frente). Entresaco un par de citas sobre ese fenómeno bien conocido por los leedores que podríamos llamar el libro destinado:
Por qué estaba ahí, quién lo había dejado, no nos interesa, pero al leerlo descubrimos lo que ya sabíamos y en ese libro encontramos un mensaje que nos estaba personalmente dirigido.
Mi madre dice que leer es pensar… No es que leemos y luego pensamos, sino que pensamos algo y lo leemos en un libro que parece escrito por nosotros pero que no ha sido escrito por nosotros, sino que alguien en otro país, en otro lugar, en el pasado, lo ha escrito como un pensamiento todavía no pensado, hasta que por azar, siempre por azar, descubrimos el libro donde está claramente expresado lo que había estado, confusamente, no-pensado aún por nosotros. No todos los libros, desde luego, sino ciertos libros que parecen objetos de nuestros pensamientos y nos están destinados. Un libro para cada uno de nosotros…